“Lo importante es que sea cerveza, y que se pueda tomar y disfrutar con amigos” sería la
respuesta mayoritaria de todos aquellos que no conocen mucho de su proceso, pero admiran
la cerveza y le encuentran ese “plus social” que implica su consumo.

Básicamente, ambos procesos de fabricación utilizan los mismos ingredientes: cereal, agua,
lúpulo y levadura. Por eso no se debería catalogar a una por sobre la otra en cuanto a calidad o
sanidad.

Es cierto que en la producción industrial se le agregan algunos elementos como conservantes o
antioxidantes. Estos añadidos seguramente modifican el sabor original de los ingredientes
naturales, aunque quizás haya que tener un paladar muy entrenado para distinguirlo.

A la cabeza o no

También se menciona que las artesanales tienen una más elevada graduación alcohólica que
sus parientes industriales… y esto no queda claro si es una ventaja o una desventaja.
En cuanto a su aspecto saludable, son más calóricas las caseras, y esto iría en detrimento de su
preferencia. Sin embargo, esta cualidad, junto con el mayor alcohol, les otorga un volumen
más pronunciado, por lo que un bebedor consumirá menos cantidad de artesanal. Se saciará
antes, y se mareará también antes.

La variedad es un claro valor agregado de las cervezas producidas a baja escala. Al haber un
“maestro cervecero” detrás de cada tanque y de cada proceso, éste le deja su impronta
personal y particular a cada lote de cerveza que con su imaginación y sus manos produce. Más
allá de estilos establecidos, como en el vino, cada cerveza artesanal es un mundo nuevo.

Maridaje

Por otra parte, las cervezas fabricadas artesanalmente ganan cada día más terreno en la alta
gastronomía. Por sus delicados y específicos sabores, cada una de ellas comienza a ser tenida
en cuenta para “maridar” con determinados platos de la cocina gourmet. Un ámbito que hasta
hace muy poco era ocupado exclusivamente por los vinos, hoy comienza a abrir una rendija
por donde la cerveza artesanal tiende a instalarse con gracia y estilo.

Un último ítem favorece claramente a la artesanía cervecera: no es ni descabellado ni
inalcanzable figurarse un proyecto personal, familiar o de amigos para incursionar en el
apasionante arte de crear la propia cerveza artesanal. Los elementos están al alcance de
cualquiera que esté decidido a sacar a relucir su creatividad.

En definitiva, hay cientos de razones, condimentos y gustos que inclinarán el fiel de la balanza
hacia uno u otro lado. Hacia el de la cerveza industrial rápida, fresca y “al paso”, o hacia el más
cálido, social y gourmet de las artesanales. Finalmente dependerá de cada uno y de su
circunstancia de un momento determinado.